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lunes, 4 de marzo de 2013

El Programa de Sida de Mendoza logró neutralizar el virus en el 65 por ciento de los pacientes


En Mendoza, al 65 por ciento de los pacientes del Programa de SIDA ya no se les detecta el virus en sangre. De este modo, estas personas pueden llevar una vida normal.
En la década del ’80 ser portador de VIH era —prácticamente— sinónimo de estar muerto. Los primeros tratamientos mantenían más tiempo a los pacientes vivos, aunque el deterioro del cuerpo era notable. Pero también los portadores pasaban a estar muertos socialmente, porque, al principio, se desconocía por qué medios ocurría el contagio, además del sexo y la sangre. Los infectados eran discriminados, perdían sus trabajos, sus amigos y en ocasiones sus familias.
En los ’90 la situación cambió sustancialmente. La irrupción de Internet acompañada de una explosión de medios de comunicación repercutió en la información. Fue así que los portadores del virus comenzaron a ser aceptados porque el simple contacto con ellos no ponía en peligro a nadie.
Los tratamientos y cócteles de drogas también hicieron lo suyo. Los síntomas dejaron de ser evidentes y las expectativas de vida crecieron. Actualmente, un paciente puede llevar una vida normal continuando con la medicación correspondiente.
Esto no sucede muy lejos, ocurre acá en Mendoza donde hay 2.700 pacientes con VIH notificados, de los cuales 1.800 están en seguimiento. Independientemente de que el número de infectados sea alto o bajo, lo importante es lo que reveló el jefe del Programa de Prevención de SIDA de la provincia, el doctor Víctor Vittar.
El profesional contó que “el 65 por ciento de los pacientes en seguimiento (1.800) tiene el virus pero detectable en sangre”.
Esto no sucede por arte de magia. “Si una persona detecta el virus temprano, realiza el tratamiento y los controles correspondientes, logra como resultado que el virus no aparezca en los análisis”, explicó Vittar.
Sin embargo, la medicación puede ser suspendida porque “a los seis meses el virus volverá a ser detectado en la sangre”, apuntó el médico.
Lo importante es que ese 65 por ciento de pacientes de Mendoza (1.170 aproximadamente) llevan una vida normal. Pueden mantener relaciones sexuales sin protección y tener hijos. “Muchas de las personas del Programa han tenido hijos que nacieron sanos”, contó el galeno.
Para Vittar es significativo que estos pacientes, quienes no están curados, puedan continuar sus vidas con naturalidad aunque bajo tratamiento, como cualquier persona que padece una enfermedad crónica. Esto demuestra para Vittar “que el sistema sanitario de salud pública funciona” y consignó que “las obras sociales, aunque algunas a veces se ponen algo remolonas, se encargan del tratamiento de los pacientes con VIH”.
Por diario uno.

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